martes, 9 de junio de 2015

Testimonio Gerardo Castillo


"La vida te pondrá obstáculos pero los límites los pones tú".
Hace no mucho un profesor me comentaba que "la palabra no es solamente la voz que entretiene y comunica, el vocablo que transmite información, deseo, recuerdos, órdenes. La palabra es nuestra casa. El lenguaje es una habitación que nos esculpe. Residencia, la palabra moldea, en su voz, nuestra experiencia".
Sabía muy bien a que se refería debido a que por 19 años no conté con lo que Aristóteles define como el signo de alegría y dolor, que es lo que nos distingue de los demás seres vivos, la palabra.
¿Y por qué no tuve esta virtud,? debido a que tengo el honor de pertenecer a el 1 % de la población a nivel mundial que padece tartamudez, en sí, no recuerdo a qué edad fue que empecé a tartamudear, pero sólo sé que gran parte de mi vida la hizo ser todo un infierno al no ser libre de mí mismo y poder expresar lo que quería decir.
Recuerdo que todas las noches le pedía a Dios y a las estrellas con todo mi corazón que ya no fuera tartamudo porque era muy agobiante, frustrante y cansado, esto lo hacía porque había leído en mi infancia que cuando le pedías un deseo a las estrellas con todas tus fuerzas Dios te lo cumplía. Mi esperanza de sacudirme está carga era invencible lo que aseguró que ese gran día llegará.
Hasta que mi deseo se cumplió realidad, descubrí que los planes de Dios son mejores que los nuestros, porque descubrí el programa McGuire, todavía recuerdo ese día tan especial que cambió mi vida, había hallado a gente que padecía lo mismo que yo y sentía lo mismo que yo sentía.
Cuando asistí a mi primer curso en Agosto del 2012 al salir sentí que tocaba el cielo porque podía expresarme sin ningún truco, muletilla o el tener que cambiar la palabras. Al inició me sentía raro, ya que uso una técnica diferente a los demás para hablar. Es una sensación indescriptible la que sentí al salir de mi primer curso.
Mi primer curso fue apenas el inicio de algo grande, eso lo sabía ya que descubrí que no existen imposibles y habría de seguir en mi carrera a la elocuencia. Entonces fue cuando decidí hacer lo que siempre había soñado hacer: oratoria, mi amor por la oratoria surgió cuando leía en mi adolescencia a Demóstenes el mejor orador de la historia que fue tartamudo.
Fue allí cuando empecé mi carrera como orador, muchas veces el miedo de pararme a dar un discurso me venció, pero el grupo de apoyo internacional y de Coacheo del Programa Mcguire no me permitieron darme por vencido, nunca pensé que podría ser tan buen orador como ahora lo soy, ni mucho menos ser favorito a ganar un campeonato nacional de oratorio.
Hoy en día no he dejado de asistir a los cursos que hay en México porque la tartamudez no se cura, sólo se controla. Por lo que hay que trabajar todos los días, en mi opinión personal es un estilo de vida que yo ya disfruto porque cada vez que habló me resulta un reto que yo empiezo a disfrutar.
Le debo la vida al programa Mcguire porque me está permitiendo lograr mis sueños y gritarle al mundo que soy una persona que tartamudea y trabajo todos los días para mejorar mi habla.
De pasar a ser víctima de mi destino, pasé a ser arquitecto del mismo.
Mientras tanto, ¡los dejó que me ajustaré mi cinturón a la altura del pecho y me lanzaré a cumplir mis sueños!
Gerardo Castillo
Coach Certificado

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